17. Au fil de l’eau

El agua es un elemento primordial de la vida, un recurso muy valioso que debemos preservar en nuestro entorno para beneficio de la fauna y la flora. Sin embargo, su papel se vuelve significativo al interactuar e intercambiarse con otros elementos como el suelo, la luz, el aire o cualquier ser vivo. Para mantener el equilibrio en nuestros ecosistemas, es crucial que todos estos elementos estén conectados, ya que ninguno puede existir de manera aislada. Este jardín propone una búsqueda para regresar a las múltiples fuentes de la vida. Deliberadamente contrasta dos ambientes, distinguiendo por un lado los entornos antropizados, modificados por la influencia humana, y por otro, los entornos naturales.

El recorrido comienza con una entrada oscura, una suerte de cámara de descompresión que exhibe materiales consumidos y follajes de tonos apagados para ilustrar un mundo moldeado por el hombre y carente de vida. Una yema monumental y quemada se abre a una nueva parte del jardín, contrastando con la anterior por una unión armoniosa entre sus elementos. Unos rayos de cuerdas de colores representan sucesivamente los vínculos entre los recursos esenciales para los seres vivos. El amarillo simboliza la luz, el azul evoca el agua, el rojo representa el suelo y el verde encarna la vida. En esta parte del jardín hay una valla divide el espacio reflejando la vegetación y el arroyo, que fluye de un estanque. Sobre la superficie de este espejo líquido y circular se erigen varillas de los cuatro colores, señalando el final de la búsqueda.

 

Hace veinte años, después de graduarse en arquitectura del paisaje en la Haute École Charlemagne de Gembloux, en Bélgica, Alexandre Vandiest abrió su estudio como diseñador de paisajes. Su pasión por la naturaleza desde la infancia lo llevó a completar sus estudios con una formación como guía de naturaleza en el Círculo de Naturalistas de Bélgica. Posteriormente, su fascinación por los seres vivos lo llevó a explorar el mundo de la apicultura. Alexandre trabaja en escalas diversas, desde pequeños jardines que denomina «microcosmos», hasta el diseño de amplios espacios públicos y privados. Independientemente de la escala, su enfoque principal es minimizar el impacto humano en el medio ambiente natural. Con el paso del tiempo, su estilo se ha refinado para dar más espacio a la vida y la espontaneidad de la naturaleza. En esta perspectiva, defiende los principios de gestión diferenciada para el manejo de espacios verdes y el mundo vivo que nos rodea, buscando armonía en el desarrollo del mundo de los vivos. Su estudio, ubicado al sur de Bélgica, opera en territorio belga, pero también en el Gran Ducado de Luxemburgo y en la región del Gran Este de Francia.

Elisa Lopes Vieira, originaria de Nantes, es diseñadora de espacios exteriores para particulares. Su atracción por las plantas y por la arquitectura la llevó de forma natural hacia los estudios especializados en el ámbito del paisajismo. Tras obtener un grado superior (BTS) en paisajismo en el Liceo Agrícola Le Fresne, continuó su carrera académica en el Institut Agro Rennes-Angers, donde obtuvo un diploma en Ingeniería del Paisaje. Durante su formación, se especializó en Ciencias y Tecnologías de la Vida, ampliando sus conocimientos en economía, humanidades y ciencias sociales. Trabajó durante cinco años como responsable de estudios en la costa del departamento de Vendée en empresas de paisajismo, adquiriendo una valiosa experiencia en proyectos de alta gama. Allí, desarrolló una experiencia versátil de la profesión, tanto en creatividad y diseño de exteriores como en relaciones interpersonales, técnicas y ejecución de obras. Más recientemente, se embarcó en una nueva aventura con la creación de su propia oficina de diseño, MUDA. En su trabajo, asiste a las personas en el diseño de sus espacios de vida al aire libre y ofrece asesoramiento sobre plantas. Cada proyecto es único, surge de una reflexión y búsqueda exigentes para que las formas, los materiales, las texturas y las luces reflejen una coherencia y una armonía, economizando en los recursos. En concreto, aspira a una tecnicidad sencilla, donde la vivienda y la naturaleza se encuentren, pero siempre teniendo presentes los desafíos ecológicos del mañana.

François Crucifix, nacido en el valle de la Semois, descubrió de manera espontánea los paisajes de las Ardenas y a los habitantes que pueblan sus ríos y bosques. Comenzó con la acuarela y rápidamente experimentó con diversas técnicas. Así empezó una educación artística que la Academia de Bellas Artes de Vresse-sur-Semois alimentó con la enseñanza de técnicas multidisciplinares. En Saint-Luc Liège, estudió cómics e ilustración, y se inició en el grabado, la animación y la infografía. Nunca se limitó a dominar una disciplina, prefiriendo la experimentación constante. François se graduó en artes visuales y del espacio. Con su título en mano, trabajó en la empresa familiar y en el sector del automóvil, donde perfeccionó sus habilidades comerciales. Ante la ausencia del arte, los viajes alimentaron su curiosidad y guiaron su vida familiar. Cansado del negocio automovilístico, fundó François Crucifix Graphics sobre la base de su experiencia comercial y su instinto artístico embarcándose en la ilustración de paisajes. Inspirado por el caos natural que impera en lo que crece, François Crucifix Graphics vincula los proyectos paisajísticos y arquitectónicos de sus clientes con un entorno espontáneo en representaciones 3D salvajes y vivas. Fascinado por los espacios naturales, fundó Tandem Studio junto con su esposa en Fruita, Colorado, y ahora ilustra los proyectos de sus clientes americanos y europeos más cerca de un entorno espectacular e inspirador.