J. Agnès Varda
"Trois pièces sur cour : La serre du bonheur, à deux mains et L’arbre de Nini"
“Para mí, la nostalgia del cine en 35 mm se ha transformado en deseo de reciclaje… Construyo cabañas con las copias abandonadas de mis películas. Abandonadas porque ya no pueden utilizarse en proyección. Convertidas en cabañas, casas favoritas del mundo imaginario.
En aquella época, las copias de películas llegaban a las cabinas de proyección en forma de 5 a 8 cajas de metal, redondas como tortas de 4 cm de grosor. En cada caja, había una bobina de metal en la que se enrollaba una gran cinta de 500 a 600 metros de película: era la película en imágenes con el dibujo óptico del sonido en un lado. El proyector de la cabina tenía dos lámparas, una transmitía la imagen y la otra el sonido. Actualmente, el soporte de cada película es un archivo digital, con imagen y sonido, que pesa por término medio 200 g cuando no está desmaterializado. Hemos desechado cantidad de bobinas y películas… Encontramos muchas copias de mis películas y de Jacques Demy, que los cines ya no quieren. Saben que me interesa la búsqueda y el reciclaje.
Es la tercera cabaña que construyo. Para cada una de mis películas imagino una forma particular. La película Le Bonheur (La Felicidad) realizada en 1964 contaba la historia de una pareja feliz y sus hijos; Jean-Claude Drouot interpretaba el papel del marido. Les gustaba hacer picnic. La rodé en Ile-de-France pensando en los pintores impresionistas. La banda sonora era música de Mozart. Los créditos se rodaron cerca de un campo de girasoles, las flores del verano y de la felicidad.
Este invernadero con sus dobles ventanas tan particulares está realizado con una copia entera de la película, 2.159 metros, que permitirán completar la construcción. Los visitantes podrán entrar en la cabaña y ver más de cerca las imágenes de la película en transparencia. 24 imágenes de la dulce Claire Drouot equivalen a un segundo de película. Estamos rodeados por la duración de la película y las imágenes de un tiempo pasado. Las cajas para transportar las bobinas se han quedado obsoletas. Me gustan estas cajas. Recuerdo que transportábamos muchas (al menos un centenar) que tintineaban cuando las metíamos en los maleteros de los coches cuando íbamos a mezclar las películas. Cajas para la imagen, para los diálogos en directo, para la música, para los ruidos… ¿Sigue siendo nostalgia y/o reciclaje? Un arco real hecho con estas cajas vacías de películas de 35 mm nos invita a adentrarnos en el reino de la segunda vida de las películas.” Agnès Varda
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Agnès Varda nació en Bélgica en 1928. En 1940, después de los bombardeos, su familia abandonó el país y se instaló en Sète. En su época de estudiante, se trasladó a París donde asistió a las clases de Gaston Bachelard en la Sorbonne, se matriculó en la École du Louvre y obtuvo un Certificado de Aptitud Profesional de fotografía.
En 1949, colaboró como fotógrafa con Jean Vilar, natural de Sète, que acababa de crear el famoso Festival de teatro de Aviñón y destacó por sus fotografías de Gérard Philipe y María Casares. Siguió al director de teatro y a su compañía a China, Cuba, etc. Cuando realizó su primer largometraje, La Pointe courte, eligió a dos actores del Théâtre National Populaire, Silvia Monfort y Philippe Noiret (que por entonces debutaban en el cine). Esta película de 1954, montada por el joven Alain Resnais, anuncia las audacias de la Nouvelle Vague, de la que fue una de las pocas realizadoras de la época. El éxito del público llegó en 1961 con Cléo de 5 a 7, mientras que Le Bonheur (La Felicidad) ganó el premio Delluc en 1965.
Encadenando cortos y largometrajes, documentales y ficciones, en 1957 realizó una película de encargo sobre los castillos del Loira y después un relato onírico con Catherine Deneuve, Les Créatures (Las Criaturas). En 1967, acompañó a Estados Unidos a su marido Jacques Demy, cineasta al que conoció en el Festival de Tours en 1958. En Los Ángeles, se relacionó con Andy Warhol y Jim Morrison y rodó una ficción hippie (Lions love) y un documental sobre las pinturas murales. En 1978, rueda a sus vecinos de barrio en Daguerréotypes (Daguerrotipos). En Ulysse (1982), se inspiró en una foto tomada en 1954 para mezclar lo real y lo imaginario. En 1988, tomó como modelo a Jane Birkin y realizó con ella dos películas: Jane B. por Agnès V. y Kung-Fu Master.
Adepta de los despropósitos, del collage y del calambur, Agnès Varda también es testigo de su época, evocando las luchas feministas en L’Une chante, l’autre pas (Una canta, la otra no), o la condición de quienes todavía no son llamados sin techo en Sans toit ni loi (Sin techo ni ley). Con esta última película ganó el León de oro en Venecia y cosechó un gran éxito en los cines en 1985. Más tarde, con Les Glaneurs et la glaneuse (Los espigadores y la espigadora), que rodó sola con su cámara digital, la cineasta puso de relieve los excesos de la sociedad de consumo.
Agnès Varda ocupa un lugar aparte en el cine francés. En 1995, se le confió la misión de rodar la película homenaje al 7º arte centenario Les Cent et une nuits de Simon Cinéma (Las cien y una noches). En un modo más íntimo, dedica tres películas (entre ellas Jacquot de Nantes en 1991) al fallecido Jacques Demy. Premiada con un César Honorífico por el conjunto de su carrera en 2001, desde hace varios años se dedica al arte contemporáneo, a través de exposiciones e instalaciones (Fundación Cartier, CRAC Languedoc Roussillon, LUX de Valence, Galería Obadia, etc.). En 2008, dirigió un conmovedor autorretrato, Les Plages d’Agnès (Las playas de Agnès), aclamado en Venecia y César al mejor documental. En 2017, ganó un Oscar Honorífico. Ese mismo año, dirigió con el artista JR el documental Visages, villages (Rostros y lugares) al que el Festival de Cannes otorgó un Œil d’Or (Ojo de Oro).
Agnès Varda murió el día de la inauguración de su exposición en Chaumont-sur-Loire.