En 1739, el Castillo fue adquirido por Nicolas Bertin de Vaugyen, maestro de solicitudes del Parlamento de París, y luego por Jacques-Donatien Leray a partir de 1750.
Cuando Jacques-Donatien Leray se instala en Chaumont en 1750, el ala Norte del Castillo sigue en pie. Esta zona comporta una gruesa torre-puerta en el ángulo noroeste, un lienzo de muralla irregular y diferentes cubiertas. El ala, en cuyo interior destaca un gran salón de recepción y festejos, presenta importantes signos de vetustez. Jacques-Donatien Leray la destruye para edificar en su lugar una gran y luminosa terraza con vistas al Loira.
Leray falleció en 1803 y su hijo James heredó el Dominio.
En el exilio impuesto por Napoleón, Germaine de Staël aprovechó la ausencia de su amigo James Leray para pasar una temporada en Chaumont, de abril a agosto de 1810, a fin de corregir y supervisar la impresión de su libro De L’Allemagne en Tours. La presencia de Madame de Staël, llevó a Chaumont a más de un huésped famoso, cortesano de su exilio, como Madame Récamier, Adelbert Von Chamisso, los condes de Sabran y de Salaberry, así como al autor de Adolphe, Benjamin Constant.
En 1833, el conde de Aramon adquirió el dominio y dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a la creación del parque que siempre había faltado en Chaumont. Después de su fallecimiento, su viuda se casó con el vizconde Joseph Walsh quien recurrió al arquitecto Jules Potier de la Morandière para restaurar el castillo, clasificado Monumento Histórico desde 1840. Pese a sus esfuerzos, este último no pudo asumir su costoso programa de restauración y, en 1872, Chaumont fue puesto de nuevo en venta.
Contemporáneos célebres: El grupo de Coppet
Durante su estancia en Chaumont, Germaine de Stäel invita a numerosas personalidades entre las que destaca el famoso grupo de Coppet formado por el novelista, político e intelectual Benjamin Constant, el escritor François-René de Chateaubriand, el poeta británico Lord Byron y Juliette Récamier, amiga íntima de Germaine de Stäel y figura capital de la oposición al régimen napoleónico. Estas personalidades comparten muchos puntos en común: un gran interés por la literatura, una sensibilidad religiosa protestante, de una importancia capital en la madurez del pensamiento liberal, una filiación con el espíritu de la Ilustración y una fuerte oposición al despotismo de Napoleón I.