I. Anne y Patrick Poirier

Los vegetales siempre han inspirado a Anne y Patrick Poirier. Sus experimentaciones arqueológicas y las múltiples técnicas que han utilizado jugando con la cámara oscura y acumulando elementos encontrados al azar de sus peregrinaciones han culminado en obras casi pictóricas donde se yuxtaponen o se superponen pétalos, pistilos u otros elementos botánicos.

Para Anne y Patrick Poirier, captar la fugacidad de un instante o de una sensación, “revelar la geografía oculta de los vegetales, con flores escarificadas frescas o marchitas” es una manera “de demostrar la fragilidad de la naturaleza”.

Estas obras “permiten desvelar la estructura íntima del vegetal y también su carácter carnal, sensual”.

En sus imágenes tatuadas, “la tinta se infiltra y revela el sistema vascular de la flor”.

Después de estudiar en la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs y de realizar numerosos viajes a Oriente, Oriente Medio y Estados Unidos, Anne y Patrick Poirier pasaron cuatro años en la Villa Médicis, en Roma. Desde el comienzo de su estancia, en 1967, decidieron trabajar juntos. Abandonando su respectivo ego, reúnen sus ideas, sus sensibilidades, y sus trabajos firmados conjuntamente se convierten en los frutos de esta puesta en común. Ya no son artistas solitarios que trabajan en su taller en busca de un lenguaje personal, sino viajeros que recorren lugares, descubren civilizaciones, religiones y culturas diferentes. Rechazando los papeles convencionales de “escultor” y de “pintor”, asumen aquellos, intercambiables según las circunstancias, “de arqueólogo” y “de arquitecto”. Ya no se trata de una búsqueda formal, sino, mediante un enfoque artístico de las humanidades, de un viaje en la memoria que consideran como un valor fundamental, base de toda inteligencia entre los seres y las sociedades. Niños de la guerra (Anne nació en Marsella en 1941 y Patrick en Nantes en 1942), denuncian la fragilidad de las civilizaciones y de las culturas, y su estética es a menudo la del fragmento, de la ruina, de la catástrofe. Artistas multidisciplinarios, no se prohíben el uso de ningún modo de expresión.

Desde la muerte de su único hijo Alain-Guillaume, en 2002, viven y trabajan en Lourmarin en Provenza.