19. Le jardin bouquetier
En los siglos XVII y XVIII, los jardineros vendían sus flores a las floristas, que eran las únicas personas que tenían derecho a elaborar ramos y venderlos.
Bailes, conciertos, teatros, el sector de floristas se abría paso en todas partes, teniendo como pasaporte avalanchas de lirios de los valles, cestas de reseda, canastas de pensamientos con pétalos aterciopelados, brazadas de rosas y de claveles y carretadas de lilas. Las flores tenían entonces un lenguaje y eran las intérpretes más graciosas que la naturaleza haya puesto a disposición de los humanos para expresar discretamente sus sentimientos.
El “Jardín Florista” le propone recuperar estas plantas olvidadas, plantas en desuso, de otra época, que nuestras abuelas tenían sin duda el placer de recoger y agrupar en un encantador ramo con nombres melódicos. Así, es una retahíla de guisantes de olor, gladiolos, corazones, claveles del poeta, claveles de floristas, alhelíes, amarantos, colombinas, espuelas de caballero, arañuelas, cannas, potentillas y otras ranunculáceas que podrá acariciar con la mirada en este Jardín Florista. Su encanto, sus colores y sus aromas a veces le emocionarán y le harán revivir emociones infantiles.
Entonces, ¿por qué no darles una segunda oportunidad? ¿Por qué no reintroducirlos en los jardines de hoy y de mañana?
Jardín realizado por los equipos del Dominio de Chaumont-sur-Loire