Anne y Patrick Poirier

En una serie inédita de unas quince fotografías de flores y plantas exóticas seleccionadas en el invernadero del Castillo e impresas en color sobre porcelana, Anne y Patrick Poirier crean un retrato de la naturaleza, agradable a primera vista, pero con una crítica subyacente de la manipulación antinatural de su belleza. Un segundo conjunto formado por seis pinturas nuevas llenas de color, donde se combinan la tempera y la litografía, retoma motivos de flores comunes como tulipanes, pensamientos, bocas de dragón, etc., cultivadas de manera industrial desde los años 70. Estas obras completan el panorama de una naturaleza llena de belleza, pero amenazada por el consumismo que debilita su equilibrio y el de la humanidad. Esta representación de una naturaleza dominada contrasta con el pensamiento de Francis Bacon (1561-1626), filósofo y hombre de ciencia y estadista inglés, quien afirmaba que «la naturaleza, para ser ordenada, debe ser obedecida». Con intencionalidad y como un gesto simbólico, los artistas han tejido esta máxima en un tapiz largo y estrecho, realizado en lana, seda y fibra de bambú. Esta obra tiene como contrapartida un segundo tapiz con el grito de cólera premonitorio de quien hoy en día es considerado el padre de la ecología, Henry David Thoreau (1817-1862), naturalista, filósofo y poeta estadounidense: «¡Hablad del cielo, vosotros que deshonráis a la Tierra!». Anne y Patrick Poirier han creado una especie de jardín inspirado en la naturaleza, que refleja la belleza del parque del Dominio de Chaumont-sur-Loire. A su vez, este jardín abre múltiples lecturas que apelan a la memoria, un tema que Mary Carruthers abordó magistralmente en su libro Machina Mémorialis: méditation, rhétorique et fabrication des images au Moyen âge. En su obra, la autora cita al historiador y filósofo italiano del siglo XIII, Boncompagno da Signa: «Declara que la memoria, instrumento mediante el cual los hombres entienden el tiempo, nos permite recordar las cosas pasadas, abrazar las cosas presentes y contemplar las cosas futuras a través de su semejanza con las cosas pasadas».

En el Pediluvio, los artistas han instalado Mundo Perdido (1983-2020), que consiste en un conjunto de tres estructuras arquitectónicas de bronce dorado con pan de oro, inspiradas en el yacimiento de Tikal en Guatemala.

Anne Poirier nació el 31 de marzo de 1941 en Marsella y Patrick Poirier el 5 de mayo de 1942 en Nantes. Actualmente viven en Lourmarin en Vaucluse. Después de seguir estudios de Artes decorativas en París, fueron pensionistas en la Villa Médicis de 1967 a 1972. Desde el comienzo de su estancia, decidieron trabajar juntos y poner en común sus ideas y sensibilidades.

Anne y Patrick Poirier son auténticos viajeros de la memoria, que consideran como la base de toda inteligencia entre los seres y las sociedades. Exploran yacimientos y vestigios procedentes de las antiguas civilizaciones griegas, romanas, mayas o indias y los hacen revivir a través de maquetas y reconstituciones en miniatura. Son a la vez escultores, arquitectos y arqueólogos. Se interesan por la psique cuyas estructuras tratan de comprender sin cesar, a través de diversas metáforas.

Inspirándose en los relatos de la mitología y a través de la exploración de ciudades reales o imaginarias, la obra que elaboran es una metáfora del tiempo y de la Memoria. El pasado y el futuro se mezclan estrechamente, mostrándonos la fragilidad de las culturas y de los seres.

En Francia, están representados por la galería Mitterrand de París, y, en Italia, por la Galleria Fumagalli de Milán, así como por la Galleria Studio G7 de Bolonia.