El primero de los pedidos trienales de la Región Centro-Valle del Loira (2008-2010) para el Dominio de Chaumont-sur-Loire se confió a Jannis Kounellis. De 2008 a 2010, nueve salas del Castillo se convirtieron en un fascinante laberinto. 137 campanas de bronce se habían colgado de 137 vigas de álamo, levantadas del suelo al techo. Disimuladas bajo paños negros o apiladas unas sobre otras, estas campanas, que no sonaban, dibujaban una obra monumental, de gran potencia evocadora.
Es un proyecto que perdura, después del fallecimiento del artista, a través de la instalación perenne de una de sus obras en el interior de las cocinas del Castillo. Las vigas de álamo se levantan, como múltiples verticales que van del suelo al techo, y cada una sostiene una campana orientada hacia el suelo, hacia el interior de la habitación, indicando aproximadamente un centro. No es el símbolo religioso de las campanas lo que se evoca aquí, sino su parecido con bocas, con la voz, con el sonido. Y si se compara la instalación de Jannis Kounellis con la pintura, el cuadro más parecido sería “El Grito”, del artista noruego Edvard Munch.
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Jannis KOUNELLIS
GRÈCIA
Jannis Kounellis nació en 1936 en El Pireo (Grecia), y vivió en Roma desde los años 1950. Está considerado como una importante figura del arte contemporáneo y como uno de los representantes faro del Arte Povera (Arte Pobre), junto a Mario Merz, Giovanni Anselmo, Michelangelo Pistoletto, Luciano Fabro y Giuseppe Penone. Este arte, actitud artística que pretendía ser revolucionaria, tenía como objetivo desafiar a la industria cultural y a la sociedad de consumo, y volver a la esencia del gesto creativo, en particular recurriendo a materiales denominados “pobres” en el proceso de creación.
Revelado en los años 1970, Jannis Kounellis construyó una inmensa obra que, asociando el espacio y el tiempo, la instalación, el relato y los arquetipos de una memoria y de un proyecto mitológicos, combinó pintura y escultura, arquitectura y música, teatro, danza y ópera. Fue uno de los pocos artistas europeos que, en los años 1960, modificaron radicalmente el arte y su percepción, y que han seguido inventando una obra mayor.
En su origen, Jannis Kounellis era pintor. Procedente de una tradición pictórica (Caravaggio, Munch, De Chirico, los cubistas, etc.) mucho más que escultórica, comenzó su carrera artística en los años 1950 pintando letras, flechas y números sobre soportes originales como madera o papel de periódico. En 1967, comenzó a realizar esculturas, instalaciones y performances teatrales, que se derivaban voluntariamente de lo fragmentario y de lo efímero. Realizó varios decorados de óperas.
Las instalaciones de Jannis Kounellis se seguían alimentando de su contexto espacial, arquitectónico e histórico, y de las tensiones que animaban el lugar en el que se encontraban.
A menudo nutridas de lo sagrado y de misterio, sus obras escenificaban fuerzas opuestas como la duración y lo efímero, lo blando y lo duro, lo vivo y lo muerto, lo industrial y lo orgánico, y presentaban su interpretación de la relación entre naturaleza y cultura. Creando un lenguaje plástico y poético que combinaba el hermetismo con lo sensible, Jannis Kounellis trataba de traducir la dialéctica entre “estructura” y “sensibilidad”.
Falleció el 16 de febrero de 2017 en Italia.