Establo de Asnos
H. Carole Solvay
"L’arbre à palabres" y "Résonances"
published at 05/02/2021
Plumas e hilos de todo tipo permiten a Carole Solvay expresar su mundo interior y la delicadeza de su percepción de las cosas. Sus árboles como telas de araña o sus nidos esponjosos fascinan por su fluidez y sus imperceptibles vibraciones.
«Me resulta mucho más difícil hablar de mi trabajo que hacerlo. En mis buenos momentos, hacerlo me viene así, sin más. Me basta con no tener ninguna expectativa, estar observando tranquilamente el libro que he comenzado e imaginar qué es lo que puede dar e intentarlo y, si no me gusta, buscar en otra parte. Me gusta cuando encuentro la vida, la poesía o aquello que me sorprende.
Y, si tengo un mal día, siempre hay alambre que tratar, plumas que cortar y ensartar, todo tipo de pequeños trabajos que me ayudan a centrarme y me tranquilizan.
Llevaba mucho tiempo buscando mi medio y la pluma se reveló por azar como una evidencia: a la vez por una fascinación con la ligereza del ser, como la de la propia pluma, y por mi pasión por las aves. Ser autodidacta me ha dado una libertad que no habría encontrado de otro modo. Comencé explorando las maneras de transformar la pluma. Si me hubiera asustado mutilarla, no habría tenido sentido. Por lo tanto, empecé a elegir las partes que iba a utilizar: las barbas, el raquis, el cálamo. Hacía piezas pequeñas ensamblando fragmentos de plumas diferentes, que yo llamaba gris-gris. Con la experiencia y la confianza, mi trabajo fue adquiriendo un mayor alcance. Comencé a eliminar las paredes y a habitar el espacio. He explorado la caligrafía, el dibujo en tres dimensiones, la idea del movimiento y la vibración de la materia. He transformado lo que evoluciona en el aire en aquello que vive en el fondo del mar: coral, medusas, moluscos. El tiempo que dediqué a uno de esos corales no se acerca ni siquiera infinitesimalmente al tiempo que necesita el coral para formarse y crecer en el fondo del mar.
Yo imagino a mi manera las cosas de la naturaleza. Ellas reúnen a la vez lo que me gusta cuando trabajo: la noción de tiempo, el trabajo invertido cada día en la profesión, el movimiento, lo aéreo y mi imaginación de la bruma, la lluvia y el vapor, en diálogo directo con las paredes o con el suelo. Tal vez las viejas paredes también tengan una memoria de lo que han visto del mundo, al igual que los árboles viejos». Carole Solvay
L’arbre à palabres y Résonances
«El Arbre à palabres es el fruto de un largo y meditado proceso creativo, cuya escultura final ha sido finalmente creada in situ. Aunque la labor de investigación comenzó en el taller, ha sido en la Establo de Asnos donde, día tras día, ha ido tomando forma intuitivamente la escultura. En esta sala, la luz es hermosa y cambiante, y he querido hacer una suspensión aérea y orgánica, que esté a merced de los rayos del sol y de las corrientes de aire. Es en estas miles de vibraciones donde el Arbre à palabres cobra vida y arraiga.
En la segunda planta he instalado Résonances, una de mis Madreporas. Esta obra es un poco el negativo del Arbre à palabres. Se trata de un universo distinto, oscuro, submarino y sereno. Para mí, hay una especie de respiración profunda, que emana de este gran coral y que se hace eco de la obra vecina, como si dependieran una de la otra. Y, a la inversa, también parece como si Résonances se abasteciera de las vibraciones y la fotosíntesis del Arbre à palabres». Carole Solvay
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Carole SOLVAY
BÉLGICA
Carole Solvay nació en 1954. De niña pasaba las horas siguiendo el vuelo de las golondrinas y el movimiento del viento de las gramíneas o escuchando el crujido de las hojas.
Cuando pasea, va recogiendo las plumas que encuentra en su camino. Las plumas aéreas y orgánicas; ligeras, complejas y delicadas, pero robustas. Las plumas negras, blancas y grises, cuya discreta belleza hace que la irisación casi fluorescente de las barbas de las plumas de pavo resulte aún más sorprendente.
Carole aprendió a hilar y tejer, por sí sola, con la ayuda de libros y le gusta este trabajo solitario y repetitivo. Muy pronto, empezó a utilizar estas plumas para pincharlas y enfilarlas en alambre creando los gris-gris insertados en alambre. Las primeras obras nacidas de este inusual material adoptan formas vivas. «Las ideas me vienen mientras trabajo. Trato de ser libre y de no tener expectativa alguna. Me gusta lo que me parece vivo, poético o lo que me sorprende».
Carole Solvay se matriculó en una escuela de arte pero, después de algunas semanas, comprendió que las limitaciones de los ejercicios escolares no estaban hechas para ella. Al trabajar de forma instintiva, Solvay prefiere aprender las cosas a su propio ritmo y a su manera.
«Necesito mucha calma y soledad, y mi trabajo está muy vinculado a mi evolución interna. Al mismo tiempo, se va construyendo lentamente y esta esta noción del espacio en el tiempo es especialmente importante para mí».
Los trabajos de Carole Solvay se nutren de la naturaleza, de los cielos, el espacio, la luz y los movimientos apenas perceptibles de la hierba y el follaje. Su vida está llena de historias de aves. Nunca decidió conscientemente trabajar con las plumas, fue por casualidad: «Pero cada experiencia conduce a otra, y ahí sigo».
Con el tiempo, ha ido evolucionando y su trabajo se ha ido ampliando, cada vez menos figurativo y más aéreo. Gradualmente, nos hace olvidar lo material para ocupar el espacio, esculpiendo la luz.
Sus plumas se erigen en un juego de formas y contornos, dibujando en el aire, llenando el vacío, temblando bajo el aliento del paso y renaciendo bajo la forma de crisálida, de una bruma suspendida en el aire, de una piel reverdecida, de una colonia de medusas o de pólipos sedosos.