11. Un promenoir infini
published at 12/03/2018
El pensamiento y el paisaje a menudo viajan de común acuerdo y, como señaló Augustin Berque, “no cabe duda de que el paisaje exige pensar de cierta manera, e incluso que algunas ideas nos vienen precisamente del paisaje.”
Este jardín invita al visitante a avanzar sobre un camino del pensamiento, que adquiere la forma del símbolo matemático del infinito… ¿o sería el de la sabiduría, de la eternidad o del conocimiento universal?
Deambulando por este “8” tumbado sin principio ni fin, la mente del paseante es conducida alternativamente hacia pensamientos celestes, guiados por vegetales de forma apical que tienden hacia el cielo y el sol, y hacia pensamientos interiores, simbolizados por plantas rastreras entre los peñascos. La puesta en escena se articula en torno a dos formas opuestas y complementarias: lo hueco y lo macizo, el talud y el foso.
En el borde del jardín, la mirada es detenida por una loma en la que diferentes niveles de gramíneas y flores aéreas juegan con el viento, con gran ligereza. La loma está coronada por una majestuosa vid que enrolla sus zarcillos hacia arriba. Al contemplar esta composición vertical, los pensamientos son ligeros, positivos, orientados al espacio infinito del cielo.
En el segundo bucle del corredor, un jardín mineral, de rocas machacadas, rodea un cráter, que representa el magma de la corteza terrestre y cuya forma cóncava transporta la mente hacia una cierta introspección, incluso a un repliegue sobre sí mismo.
Como nuestros pensamientos varían según nuestro humor o nuestras influencias del momento, este Promenoir infini nos arrastra a una deambulación interminable, entre oscuridad y luz, entre las entrañas de la tierra y el cielo.
DISEÑADORES
Agnès EMONET, paisajista-directora artística, Laurence VINCENT-PICHARD, viticultora, y Agathe PICHARD, fotógrafa-videasta-artista plástica
FRANCIA
Agathe Pichard
“Nací en Anjou y mis padres viajeros me alimentaron de referencias culturales. Crecí con la preocupación de representar el mundo que me rodeaba a través de la imagen. Fotógrafa desde la adolescencia, documentando mi vida cotidiana, mis viajes, hice de mi profesión la realización y la escenificación de emisiones y de películas para la televisión, para instituciones y para los eventos. Mi trabajo personal es multimedia, de la fotografía a la instalación in situ, pasando por el vídeo, cuestiono la relación del hombre con su entorno, desde el punto de vista social y geográfico, ya sea urbano o rural, artificial o natural, occidental u oriental, vegetal o mineral, civilizado o salvaje… Vivo entre arena y asfalto, entre París y el campo de Médoc, entre lago y océano, entre naturaleza y cultura, entre muchedumbre y soledad.”
Agnès Emonet
“Aunque nací en Saint-Étienne, crecí entre París y Bruselas. Regresé a Saint-Etienne y a Lyon para estudiar Bellas Artes, donde obtuve mi título en 1986. En París, estudié una carrera de directora artística para grandes agencias de publicidad. Después de 20 años dedicados a la publicidad, abrí un paréntesis para dedicarme al trabajo manual que me llevó a la obtención de un Certificado de aptitud profesional de ebanistería. Volví a trabajar un tiempo como directora artística, en plena revolución digital y trabajé en el grafismo de muchas campañas de comunicación. En 2014, la llamada fue tan fuerte que decidí dedicar mi tiempo, mi talento y mi energía al paisaje y a la naturaleza. En 2016, obtuve el Título de diseñadora y creadora de jardín en el paisaje después de 2 años de estudios en la École Nationale Supérieure du Paysage de Versalles en el curso de Formación Continua. Ahora soy paisajista y jardinera de pleno derecho.”
Laurence Vincent-Pichard
“Crecí a orillas del Loira, en Saumur, en una familia apasionada por los jardines hermosos. Después de estudios literarios, numerosos viajes, y una vida de madre de familia colmada, decidí, junto a mi marido, convertirnos en viticultores en mi región de origen, Anjou. Transformamos nuestro Dominio en explotación ecológica y, después, este año tomamos el rumbo de la biodinámica para respetar aún más la naturaleza y los Hombres. Paralelamente, transformé el paisaje que rodeaba la propiedad en un jardín de flores y una huerta aplicando los mismos principios que para la vid, es decir, el respeto del suelo, de las estaciones y de la biodiversidad. Trabajar los jardines es para mí una fuente siempre renovada de conocimientos, de encuentro con la naturaleza y, ante todo, de compartir.”