03. Régénération
Awarded on the 23rd of June 2020 by a jury of professionals renowned in the world of garden art
La capacidad de resiliencia y la fertilidad de la tierra aún permiten tener una visión optimista. Con la poderosa imaginación de la que el hombre también es capaz, aún subsiste la esperanza de que nuestro medioambiente se siga conservando en su totalidad, un lugar donde la vida se renueva constantemente. El bosque posee su propio ciclo natural. Con el paso de los milenios, el bosque se ha enriquecido con especies comestibles y útiles para la humanidad, todo ello manteniendo su fuerza protectora y su potencial de regeneración. Al igual que la diosa primigenia de la mitología griega, Gea, aparece como una madre dispuesta a sacrificarse para alimentar a sus hijos. La Madre Tierra es la generosidad y la abundancia. La resiliencia solo es reparación o preservación. Ella nos cuenta una historia de cooperación, de una «evolución ecológica» necesaria con la tierra. Respetándola, escuchándola e imitándola, tal como hicieron muchas sociedades anteriores a la nuestra. La forma vegetal más artificializada por el hombre, el árbol en una maceta, se vuelca aquí gradualmente. Las diferentes posturas de la caída son como imágenes congeladas. El árbol reacciona, tratando de volver a la verticalidad proyectando sus ramas hacia el cielo para luego desintegrarse en la tierra. Este desequilibrio, que aporta luz y espacio, se convierte en una riqueza para la vegetación futura. Encarna gráficamente la representación cíclica de la vida. A lo largo del recorrido, los microjardines educativos, inusuales y experimentales, nos siguen ilustrando sobre la biodiversidad.
DISEÑADORES
«Catherine Baas nació en Grenoble en 1967. Después de obtener su grado universitario en Bellas Artes, se dedicó a la arquitectura y la escultura monumental. Posteriormente, comenzó a explorar la vegetación y los paisajes vivos en varios continentes desde donde se trajo cuadernos de observación llenos de dibujos, notas y fotografías. Desde hace unos veinte años, sus obras giran en torno a las plantas y los árboles en particular. Crea esculturas in situ, instalaciones efímeras o perennes para centros de arte y espacios públicos. Sus numerosas instalaciones y exposiciones en Francia y en el extranjero cuestionan nuestra relación con la naturaleza tejiendo una relación íntima entre el espectador y el medio ambiente. Sus obras siempre se basan en un estudio profundo del lugar y de su historia. Crea esculturas que revelan el carácter del lugar mediante el cruce de sus estudios con los de etnobotánicos y paisajistas. En su obra, los árboles y la naturaleza son portadores de la memoria, del sentido. En nuestra sociedad, en la que todo es movimiento, la artista nos inicia en la contemplación del paisaje». Nicolas Bancel, historiador y profesor de la Universidad de Lausana
Jeanne Bouët nació en Lannion en 1962. Jeanne Bouët siempre se ha sentido atraída por los jardines, tal vez gracias a sus abuelos maestros que ya combinaban alegremente las flores con las hortalizas. Durante sus estudios de Biología de los Organismos en la Facultad de Orsay, Bouët descubrió la profesión de paisajista que combina dos de sus pasiones: las plantas y el dibujo. En 1983, entró en la Escuela Nacional Superior del Paisaje de Versalles y pasó mucho tiempo en el Huerto del Rey. Después de trabajar durante algunos años en agencias de París, le surgió la oportunidad de establecerse en Ardèche con su marido y sus hijos, donde descubrió la naturaleza salvaje durante sus largas excursiones. Fue entonces cuando desarrolló su propia estructura del paisaje que le permite participar en la transformación de su territorio, tanto a través de la planificación urbana como a través del desarrollo. Ahora trabaja principalmente en equipos multidisciplinarios con el pleno convencimiento de que las diferencias enriquecen. Desde hace tiempo, Jeanne orienta a las administraciones locales hacia el enfoque de cero pesticidas, plantas locales y gestión racional para poder conservar y respetar los recursos naturales. Activista para el planeta, forma parte de grupos de compra ecológica y local, así como de movimientos de protección de los árboles. Ayudada por los suyos, también experimenta en su enorme propiedad creando un huerto, una charca, una huerta, probando esquejes e injertos, que a su vez le permiten aconsejar mejor a los demás. También utiliza los recursos naturales disponibles en los diferentes lugares para crear obras efímeras (arena, nieve, hojas) o más duraderas (cestería de plantas silvestres, etc.). ¡Para los que se sienten bien en ella, la naturaleza es un maravilloso patio de recreo!
Christophe Tardy nació en Annonay en 1968. Ecólogo de profesión, ha pasado años en la selva amazónica investigando sobre los efectos de los paleoincendios y de la agricultura de roza y quema itinerante. Tras su doctorado, decidió dedicarse al mundo de la arqueología. En la actualidad, vive en Nimes y recorre toda Francia en representación del instituto para el que trabaja, el INRAP (Instituto Nacional de Investigación Arqueológica Preventiva, por sus siglas en francés) con el fin de explorar pozos antiguos. Estas construcciones humanas han reunido un recurso incalculable, un material bioarqueológico único, que participa en la reconstrucción de paisajes cuya historia se ha ido desarrollando en función del clima y de sus fluctuaciones, así como de la intervención de las sociedades humanas que se han ido sucediendo. Tras sus estudios en el Instituto de Botánica, situado en el venerable e impresionante Jardín de las Plantas de Montpellier, participó en la creación de lugares, tales como el Jardín Antiguo Mediterráneo de Balaruc, y es consciente de la importancia que tienen estos espacios reservados y puestos a disposición del público para la sensibilización frente a la naturaleza y el aprendizaje de su funcionamiento. Militante en asociaciones, lucha por la protección de los espacios naturales, la catalogación de los bosques, el mantenimiento de los parques situados en el corazón de las ciudades y la defensa de los derechos de los pueblos indígenas que, a diferencia de nuestras sociedades cada vez más urbanizadas, han sabido conservar la conexión necesaria y el respeto por una naturaleza que sigue resistiendo.