Damien Cabanes
Todo se convierte en un juego con el color: colocarlo, aplanarlo, reforzarlo, aplastarlo sin mezclarlo demasiado, y jugar con él de manera rápida y espontánea hasta conseguir la esencia de lo que se observa. En un primer momento, la pintura de Damien Cabanes era abstracta, caracterizada por gestos francos y rápidos; con acabados mínimos y motivos repetidos. Posteriormente, en las series de retratos y autorretratos de principios de la década de 1990, la figuración va apareciendo paulatinamente, desembocando en un trabajo sobre el volumen. Desde entonces, las prácticas artísticas se superponen a lo largo del tiempo, siendo la única constante la preocupación por el color. Durante la última década, la fuente de inspiración del artista procede de su entorno inmediato, representando paisajes, actitudes, animales y, en la actualidad, flores en sus pinturas.
Para Damien Cabanes, la transición de un tema a otro es simplemente una cuestión de pintura. Se centra en una forma, deseando descomponerla, trabajarla y hacerla estallar. Para ello, las flores se presentan como el motivo ideal, ya que ofrecen una infinidad de combinaciones de formas y colores. El motivo no se elige por lo que cuenta, sino por las posibilidades pictóricas que ofrece. La búsqueda estética es lo primero. En su taller, Cabanes estudia las flores en diferentes momentos de su madurez. Observa cómo viven, cómo se transforman sin repetirse nunca, y cómo componen y recomponen el ramo. Incluso marchitas, mantienen un gran interés para el ojo experimentado del pintor.
Damien Cabanes puede pasarse varias semanas trabajando con los mismos ejemplares sin cansarse nunca. Al principio, los colores son vivos, pero luego se van desvaneciendo en medio o un cuarto de tono, volviéndose cada vez más sutiles. Ninguno de estos cambios, ni siquiera el más delicado, escapa a la mano del pintor, que observa con detenimiento. Él representa la estabilidad, un punto fijo desde donde contempla el transcurso del tiempo. En esos momentos, es posible conectar con enfoques pasados, especialmente, el de los impresionistas. Monet, que dedicó muchas veces sus esfuerzos a un mismo motivo, nos recuerda la serie de los álamos que siguió a la de los almiares y precedió a la de la catedral de Rouen, sin olvidar la de los nenúfares. La pintura de Damien Cabanes está en esta línea.
En el Dominio de Chaumont-sur-Loire, el pintor despliega su lienzo en el suelo. Ya sea en un sendero o en el césped, trabaja en el paisaje, permitiendo que su pincel imprima en la superficie todo lo que hay debajo, grava y otros fragmentos de tierra. La pintura actúa como testigo de todo, desde las flores llenas de vida hasta los materiales utilizados (traídos o ya presentes), incluso el cuerpo del artista se revela a través de su gesto. La esencia de esta práctica se basa en la sensación. Atravesado por la energía de todo lo que vive, Damien Cabanes pinta como si estuviera respirando.
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
FRANCIA
Damien Cabanes, antiguo alumno de la École Nationale Supérieure des Beaux-Arts de Paris, tiene a sus espaldas una brillante carrera artística de más de cuarenta años, destacando en disciplinas como la pintura, la escultura y el dibujo. Además, es un invitado habitual en festivales de cine experimental. Independientemente del medio que elija, Damien Cabanes se dedica a él plenamente y con dedicación absoluta.
Su aprecio por la música, la literatura y la filosofía se refleja en su obra, adoptando algunos principios como el coraje que requiere el compromiso del artista en la búsqueda de la verdad, la templanza que requiere un gran control sobre sus pasiones y la renuncia a una vida fácil.
Damien Cabanes está representado por la galería Éric Dupont, París.