H. Yves Zurstrassen
El arte de Yves Zurstrassen evoluciona constantemente, pero hay un elemento que permanece invariable: su deseo de expresión libre e intuitiva. Sus recientes cuadros se caracterizan por un juego dinámico de formas abstractas y colores, naranja, amarillo intenso, azul... pero también blanco y negro. Su pintura se inspira tanto en las sonoridades del jazz como en el arte abstracto, alabando siempre la invención y el juego. Zurstrassen concibe sus cuadros etapa a etapa, escena a escena, combinando diferentes técnicas y revisitando -siempre con el objetivo de deconstruirlas- las prácticas artísticas que han marcado la historia de la pintura abstracta del siglo XX. El jazz y el free jazz también desempeñan un papel importante en su obra, fuertemente influenciada por grandes músicos como John Coltrane, Ornette Coleman, Éric Dolphy, Joëlle Léandre y Evan Parker, con los que el artista se “comunica a través de la pintura”.
Guiando el pensamiento y la mano del pintor, una libertad creativa y de improvisación le llevan a apostar por el principio del cambio, de la sorpresa, de opuestos, que insufla continuamente una intensidad al espacio creado. Un espacio que el pintor quiere habitar y compartir con nosotros como una experiencia perceptiva y mental. Dado que cada cuadro es un territorio pictórico construido a la vez por una serie de intuiciones, de contrastes y de impulsos, así como de principios o de organización metódicos. “Soy autodidacta, recuerda Yves Zurstrassen. No soy un intelectual que proyecta la pintura, es el cuadro el que me guía, el que me enseña lo que sé, lo que soy. Es él quien me permite alcanzar una forma de conocimiento.”
Lo que llama la atención en la obra es la repetición de motivos y de detalles de un cuadro a otro, de una época a otra. Lo que podría transformar discreta y radicalmente la materia de un futuro cuadro puede ser, por otra parte, el cuadro completo. Yves Zurstrassen trabaja constantemente este enfoque de las profundidades con variación múltiple. Fue en 1999 cuando empezó a componer con elementos recortados de trabajos anteriores o de periódicos. Collages que pronto se desprenderán de la superficie del lienzo, retirando así la pintura y dejando aparecer la reserva, o la impresión de la pintura con la que está recubierto el fragmento de collage.
El artista juega con los fragmentos, los pega y los despega con mayor facilidad cuando también utiliza la tecnología digital. A partir de 2005, adoptó esta tecnología para intervenir en imágenes, citas tomadas tanto de cuadros y del espacio urbano, como de la vida cotidiana, antes de utilizarlas para sus “collages-décollages”. Ese mismo año, instaló un plóter digital en el taller que le permitió realizar plantillas de papel. Inicialmente, estos motivos se depositan en la composición y después le sirven de fondo. Otras tantas explicaciones dadas a favor de Yves Zurstrassen-Free, en BOZAR (Bruselas), en 2019-2020.
En esta ocasión, Olivier Kaeppelin, comisario de la exposición, explicó además: “La obra sigue caminos que Yves Zurstrassen recorre para hacerlos suyos, para interpretarlos, ‘deshacerlos’ y finalmente… olvidarlos para construir su partitura, su actitud mental, que es preparar la irrupción de la sorpresa. Afirma claramente: “Necesito romper el sistema que yo mismo he construido. Necesito este ritmo: afirmación, repetición, ruptura. Cuestionar los sistemas que desarrollo enriquece, me recarga, me permite existir.” Veo en ello el principio vitalista que anima su obra. Está cerca de la neurobiología y la neurogenética, que hacen de la experiencia de la sorpresa, uno de los procesos esenciales de nuestra actividad neuronal, evitando la anemia cerebral. Supongo que ahí está el origen de esa alegría que irradia de su trabajo que le evita ser el copista de sí mismo.”
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Yves Zurstrassen nació en Lieja en 1956. Su infancia transcurrió en el valle del Vesdre, entre Ardenas y Las Hautes Fagnes. Cuando tenía diez años, el declive de la industria de la lana obligó a su familia a abandonar Verviers e instalarse en Bruselas. Desde la adolescencia supo que su camino era la pintura. A partir de los 18 años, alternó el trabajo de taller con largos períodos en Francia, en La Chartreuse de La Verne, o en Andalucía, donde pintaba al aire libre. Estas estancias influyeron decisivamente en su obra.
Pintor autodidacta pero con formación en artes gráficas, aprendió su oficio en los años 1980, frecuentando los talleres de artistas y las retrospectivas de maestros con los que sentía afinidad, como Fernand Léger, Stuart Davis, Willem De Kooning y Mark Tobey. Zurstrassen, que se oponía a la idea de la muerte de la pintura abstracta, optó deliberadamente por inscribirse en el marco del cuadro. Con sólo el bastidor, el lienzo, el papel y la pintura, parte en busca de una nueva libertad de expresión. En este sentido, se parece a la obra de Jonathan Lasker, Albert Oehlen, Christian Bonnefoi o Juan Uslé. También decidió no hacer depender nunca el color de una figura y expuso por primera vez en Bruselas en 1982.
Yves Zurstrassen desarrolla un proceso creativo particular. Su enfoque recuerda el principio del collage y del décollage de diversas formas en papel sobre capas de color sucesivas. A finales de los años 1990, se instaló en un edificio industrial en desuso, que adaptó a su obra y sus investigaciones. En los años 2000 su enfoque evolucionó, inspirado por su fascinación por el dadaísmo y especialmente los collages de Kurt Schwitters. Comenzó con estudios de pequeño formato, que fueron adquiriendo cada vez más importancia, y su técnica se realzó con collages de papel de periódico rasgado o recortado que integraba en el cuadro antes de arrancarlos, retirando al mismo tiempo la pintura. Es lo que él llama abrir ventanas en la memoria del cuadro. En estos collages introdujo fragmentos de fotografías, que tomaba del espacio público y retocaba digitalmente. A comienzos de los años 2010, los motivos recortados cambiaron de lugar para cubrir completamente el fondo.
La obra de Zurstrassen pertenece a un perímetro renovador de la abstracción, y puede compararse, entre otros, con la de los estadounidenses Philips Taaffe, Jonathan Lasker o incluso Albert Oehlen, Ernst Caramelle y Peter Halley, pero también con la de los europeos Noël Dolla, Juan Uslé, José Manuel Broto, Rockenschaub y Bernard Frize. Sus cuadros se han presentado en particular en exposiciones individuales en el Holstebro Museum (Dinamarca), el IKOB Museum d’Eupen (Bélgica), el Aboa Vetus y Ars Nova en Turku (Finlandia), el Mamac en Lieja (Bélgica), la Fundación Antonio Paz en Cuenca (España) y el museo Santa Cruz en Toledo. Los trabajos de Yves Zurstrassen han sido objeto de numerosos textos críticos como los de Wolfgang Becker, François Barré, Xavier Douroux, Olivier Kaeppelin, Renate Puvogel y Anne Pontegnie.