F. Claire Morgan
"Être seul avec toi / To be alone with you"
Las delicadas instalaciones de Claire Morgan dan testimonio de la extrema atención que presta al entorno natural y a los seres que lo habitan. Para ella, todo lo que produce la naturaleza es más bello que cualquier creación humana. En puestas en escena de una geometría impresionante, animales disecados por ella misma sostienen un espejo en el que se refleja nuestra condición humana. Es cuestión de vida y muerte, de naturaleza y artificio, de sangre y plástico, de realidad e ilusión. La gracia de una actitud rivaliza con la belleza de un animal, pero también con la fragilidad de su existencia. Aunque la artista explora constantemente la cuestión del paso del tiempo, sus instalaciones escultóricas se esfuerzan por fijarlo en el movimiento de la vida y no en el miedo a la muerte. Pero no siempre fue así.
En cuanto a sus fuentes de inspiración, Claire Morgan cita tanto a escritores como David Foster Wallace, académicos, estrellas internacionales como la cantante y compositora islandesa Björk, como a compositores británicos de música electrónica como Aphex. En cuanto a las artes plásticas, a Claire Morgan le interesa, lógicamente, el minimalismo y el Arte povera, pero también el expresionismo abstracto. En su panteón, Eva Hesse y Giuseppe Penone se mezclan con Joan Mitchell y Cy Twombly. Sin olvidar a Francis Bacon y Rebecca Horn.
El desarrollo de la taxidermia no sólo ha cambiado la práctica escultórica de Claire Morgan sino también su dibujo. En efecto, dado que esta disciplina no estaba aprobada por su plan de estudios universitarios, al principio la artista sólo realizaba bocetos de sus instalaciones, que le permitían explicar sus ideas y/o crear atmósferas. Pero pronto, las hojas de papel se deslizaban debajo del animal listo para ser despiezado. Cada una de las acciones de la artista imprime marcas de sangre y fluidos que luego sirven de base para el dibujo, planteado como un enfoque diferente de la idea que subyace a la instalación en preparación.
Poco a poco, el trabajo en la hoja evoluciona hacia un dibujo-pintura de mayor formato. Este territorio desconocido entusiasma a la artista. Lejos de los procedimientos y escenarios bien engrasados de sus instalaciones, sale de su zona de confort, asustada y apasionada al mismo tiempo. En un vídeo realizado en abril de 2020 (en pleno confinamiento) todavía accesible en la web, Claire Morgan explica los dibujos-pinturas en curso. Ahora utiliza pigmentos en bruto, componentes de color minerales u orgánicos que completan su paleta habitual. Para ella, los materiales y procesos de creación son tan importantes o más que el resultado final.
Atenta al más mínimo detalle, Claire Morgan trabaja con una concentración extrema que la obliga a estar plenamente presente en cada una de sus acciones. Este “ser vivo” que se las ingenia a introducir en su obra lleva intrínsecamente una parte de imprevisibilidad que en ocasiones modifica sus proyectos. Sobre la hoja, el cuerpo del ave deja la huella de su paso mientras la mano de la artista se dispone a transformar en un nuevo vuelo el movimiento tomado en la muerte. Para ella, la potencia de la gravedad es un punto de partida como una fuente permanente de inspiración y cuestionamiento.
El fenómeno, que afecta tanto a lo vivo como a lo inerte, recuerda a todos los cuerpos una regla inmutable de nuestra naturaleza y evoca en la obra de Claire Morgan la desaparición/transformación de todas las cosas. Una obra que sostiene con majestuosidad la transitoriedad del mundo. “Todo evoluciona, todo cambia. Lo que existe hoy no existirá siempre. Creo que de esta exploración puede salir algo sumamente positivo. Cada vez que he decidido ignorar este cambio perpetuo me he dado cuenta de que olvidaba también advertir toda la belleza que me rodea”, afirma la artista, cuya obra no es sino un elogio de lo efímero.
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Claire Morgan nació en 1980 en Belfast y creció en Irlanda del Norte.
Claire Morgan adquirió una certeza: siempre había sido presa de un ardiente deseo por el arte. En la casa familiar rodeada de naturaleza, cuando era niña pasaba mucho tiempo dibujando y fabricando “cosas” con lo que recogía en su terreno de juego favorito, el campo. El hecho de que no tenga muchos recuerdos con otros niños no se debe tanto a que fuera solitaria, sino a que ya estaba metida de lleno en la creación. Una tendencia que se acentuó aún más en la adolescencia manteniéndola en el aula, incluso a la hora de comer, para continuar sus dibujos. La joven Claire no podía evitar sumergirse completamente en sus inquietudes artísticas hasta el punto de olvidar las instrucciones. Así, a la edad de 12-13 años, cuando el profesor pidió a cada alumno que eligiera una obra para para trabajar un detalle en un cuaderno de bocetos, sólo pudo reproducirla por completo. Era un cuadro de El aduanero Rousseau. Esta experiencia se evoca hoy a través de una de sus obras que utiliza un título del pintor, pero cuyo tema es diferente.
En Belfast, la tensión era omnipresente. Decir el propio nombre o el de la escuela podía ser peligroso, porque ambos revelaban la afiliación religiosa. Claire Morgan no tuvo que enfrentarse al horror de las bombas o los asesinatos, pero recuerda los escupitajos en su uniforme y los soldados británicos apostados en el camino a la escuela, con sus armas apuntando a los transeúntes. Había llegado el momento de elegir unos estudios superiores y la joven estuvo muy cerca de decantarse por mundo de la moda. Recuerda haber creado en aquella época un vestido con una estructura de metal alrededor de la cual dispuso plantas. Al darse cuenta de que su creación era más una instalación que una prenda, decidió matricularse en la Universidad de Northumbria, sección escultura. En 2003, se graduó en la universidad. Sin embargo, no era cuestión de esperar la invitación de una galería, y Claire Morgan decidió realizar sus primeras exposiciones. Fue una excelente idea, porque el éxito no se hizo esperar. A partir de 2008, se benefició de una serie de exposiciones individuales por Inglaterra, comenzando por The Fall en Londres, y después en Alemania y Francia, gracias a la Galerie Karsten Greve. Geometrizando el espacio, la joven artista encierra, gracias a un sutil juego de hilos de nailon, pequeños animales muertos en formas abstractas y poéticas delimitadas por trozos de plástico, frutas o plantas. Una polilla suspende su vuelo (Diamond, 2011), canarios amarillos se escapan de una maraña de hojas de ginkgo (Fall out, 2010). Claire Morgan habla entonces de la fragilidad del mundo natural y del riesgo que corre el sr humano si lo desequilibra. Sus instalaciones crean un contraste entre la belleza de la naturaleza y la vulgaridad de la sociedad de consumo. La artista ha encontrado su camino y no se desviará de él.
Al igual que en la época en la que se quedaba en el aula para crear, actualmente Claire Morgan pasa muchos meses encerrada en su estudio encadenando, en un dominio perfecto de su arte, obras y dibujos que se han convertido en pinturas, cada vez más complejas. Estas obras han integrado prestigiosas colecciones públicas y privadas en todo el mundo, en particular el ALTANA Kulturstiftung, Bad Homburg, en Alemania, el MONA - Museum of Old and New Art, en Hobart, Australia, el Centre Pompidou, en París, Francia, o la Ghisla Art Collection, en Locarno, Suiza. La obra de Claire Morgan se ha presentado tanto en Europa como en Estados Unidos, donde ha participado en numerosas exposiciones colectivas.
Claire Morgan está representada por Galerie Karsten Greve (Colonia – París – St Moritz).