Éric Poitevin
Éric Poitevin es un maestro en el arte del retrato. Un retrato relacionado con la historia del arte y la fotografía, pero en una versión renovada. De hecho, para el artista nunca se trata de reproducir, sino siempre de crear una imagen inigualable. Cada fotografía es un proyecto serio, cuidadosamente preparado, metódicamente construido, pausado, tal como se entendía en el siglo XIX. En las Galerías Altas del Castillo, una selección de imágenes pertenecientes a varias series da testimonio de la intensidad con la que Poitevin considera la naturaleza. Para él, nunca se trata de ilustrar o comentar, sino siempre de captar el ser en el presente.
Aunque algunos relatos forman parte del trabajo de Éric Poitevin es sólo en el trasfondo, ya que el fotógrafo nunca cuenta historias. En efecto, la ausencia de título marca un deseo absoluto de dejar que la imagen hable por sí sola. Sus series se inician a raíz de encuentros con personas, lugares, y también visiones fugaces que puede ofrecer el paso por un entorno. Sobre todo, están las imágenes realizadas por quienes habitan en el ojo del artista. Aquellos que hacen la historia de la fotografía: Nadar, Alexandre Rodtchenko, Raoul Hausmann o Richard Avedon.
Para cada serie, crea un dispositivo diferente. El uso de la cámara de fuelle es una elección restrictiva que obliga a pensar en la toma como un tiempo largo y organizado. Luego llega el positivado, momento considerado como el centro de su práctica. A Éric Poitevin le gusta lidiar con la materia y la luz, le gusta esta “dimensión bricolaje” que aborda en conciencia. Para él, el laboratorio es una fragua, el retrato un ejercicio desafiante. Así pues, para liberarse por un tiempo de los preparativos y, en cierto modo, reponer fuerzas, el artista transporta regularmente su cámara de fuelle al sotobosque, donde suele recoger setas, ofrece sesiones en contacto directo, no con la naturaleza, sino con la fotografía, tomando un atajo hacia la imagen. Una imagen que tiene toda su confianza. “Tengo una idea preconcebida: la fotografía, todas las fotografías, nada más que la fotografía”, dice.
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Éric Poitevin es una de las figuras más importantes de la fotografía francesa contemporánea. Nació en 1961 en Longuyon, en Meurthe-et-Moselle (Francia) y creció rodeado de naturaleza en una familia de comerciantes. A los 11 años, el marido de su profesora de geografía e historia le inició en la técnica del positivado fotográfico. Unos años más tarde, participó en la creación de un club de fotografía en la MJC (Casa de la Juventud y la Cultura) de su ciudad natal y descubrió la obra de Nadar, que cambió su percepción de la fotografía. En 1980, Éric Poitevin ingresó en la École des beaux arts de Metz, una de las pocas escuelas de arte que impartía un curso especializado en fotografía y se interesó especialmente en fotógrafos estadounidenses, como Irving Penn y Richard Avedon. Terminó sus estudios en 1985.
Una beca concedida por la Secretaría de Estado a los Antiguos Combatientes le permitió recorrer Francia para conocer a los últimos veteranos de la Primera Guerra Mundial. La serie de cien retratos en blanco y negro, realizada con la cámara de fuelle, destacó y lanzó su carrera. Las series se sucedieron y, en 1989, Éric Poitevin fue a Roma. Residente en Villa Medici, el fotógrafo descubrió la importancia del diálogo con otros artistas, con los que entabló una amistad duradera, como Pascal Convert. Tener un estudio por primera vez planteó nuevas preguntas, en particular la relación de la imagen con el espacio de exposición. En el Vaticano captó el perfil de monjas y cardenales, actitud que retomaba las convenciones de la representación pictórica italiana del siglo XV. A partir de entonces, las referencias a la historia de la fotografía se extendieron al arte en su conjunto.
A través de sus nuevos amigos, Éric Poitevin conoció a Jean-François Dumont, quien le abrió las puertas de su galería en Burdeos en varias ocasiones. Una residencia en Santa Severa, en Cap Corse, realizada en 1992, fue una oportunidad para introducir en su corpus tiradas en color. Durante mucho tiempo, Éric Poitevin creyó que sólo se dedicaría al retrato, pero no fue así. Cuando acababa agotado de un trabajo que requería más preparativos que tiempo de toma, el fotógrafo salía al bosque, a despejarse, ya que allí los modelos se ofrecían sin condiciones ni restricciones. Así es como nacieron las series de sotobosques.
De manera más general, el elemento natural ocupa un lugar central en su obra: corzos (1993), calaveras (1994-2010), mariposas (1994), caballos (1999-2000), árboles (1999-2000), animales de abasto (2003), ciervos (2005), desnudos (2010), pájaros (2012-2013) o incluso plantas secas (2014). Cada serie fotográfica, compuesta con meticulosidad y precisión, puede requerir hasta varios meses de preparación. Cada etapa cuenta: la elección tanto del tema como del encuadre y del tipo de papel, como del método de tirada. De ese rigor nacen imágenes descontextualizadas que se dejan ver por sí mismas y no por su historia.
Éric Poitevin vive y trabaja en Mangiennes (Mosa). Desde 2008 imparte clases en la École Nationale Supérieure des Beaux-Arts de París.
Su obra está representada por la Galerie Bernard Jordan (París).