FLORE
"L’odeur de la nuit était celle du jasmin"
Todo el enfoque de FLORE tiene como objeto que cada una de sus fotografías sea única. Su proyecto se inscribe en la continuidad de los propósitos artísticos iniciados a finales del siglo XIX. En este período, los pictorialistas abrieron un debate sobre la calidad artística de la fotografía. Convencidos del carácter expresionista del arte, afirmaban que toda emoción responde a un equivalente plástico capaz de expresarla y transmitirla. La fotografía puede entonces eludir la realidad deformándola durante la captura de la imagen o transformándola durante el revelado. O incluso ambas cosas. Ya no se trata de documentar el mundo exterior sino de inventar la forma capaz de restituir el mundo interior del artista. Visión pictórica, la imagen se convierte en cuadro.
Desde muy joven, FLORE estuvo marcada por el arte y por los lugares lejanos. Su madre es artista y su padre un aficionado a la fotografía. La niña creció en parte en Egipto y dos de sus abuelos cultivan el relato de su vida en Indochina. Los recuerdos vividos e imaginados se mezclan. La fotografía de FLORE busca esta mitología personal. Recorre los lugares de una memoria ampliada reuniendo sus impresiones y las sensaciones de los demás. Su vida en Alejandría hizo surgir en ella una relación amorosa con Egipto y los países del Magreb, alabando al mismo tiempo la inclinación de los primeros fotógrafos por estas tierras de sombras y luces. El trabajo que realiza es muy atemporal, impregnado de las acuarelas de Delacroix y otras pinturas orientalistas, de La novela de la momia de Théophile Gautier y los escritos de Pierre Loti. Otras tantas evocaciones que la constituyen en lo más profundo. A Egipto va una vez, luego otra..., como siempre que una historia le salta al corazón. Encuentra lugares que sólo conoce en sueños o en la literatura y los escucha con paciencia. A una primera serie le sigue una segunda. Éste fue el caso de las nacidas en Alejandría, Rivesaltes o Vĩnh Long. Serán necesariamente diferentes porque la artista nunca vuelve a repetirse sino a explorar sus recuerdos de otra manera, a encontrar otros lugares y ángulos más elocuentes. “Con estas casi nadas que nos propone como otras tantas ofrendas de tiempo suspendido, FLORE amplía nuestra mirada y agranda el mundo de los espacios insospechados”, subraya Susana Gállego Cuesta, conservadora jefa de patrimonio.
La fotógrafa, que utiliza indistintamente una cámara Polaroid o analógica, en color o en blanco y negro, se interesa por todo el proceso fotográfico. Elige una cámara en vez de otra, un tipo de película en particular, y concede una gran importancia al papel, porque será la carne de su imagen, y a la técnica que será su revelador. Para FLORE, el positivado es un momento crucial de la creación. Es con él que se materializan las emociones, que los recuerdos hacen emerger una atmósfera. El grano, el desenfoque, la profundidad de un negro, la elección de la cromía... ayudan a subrayar la ambigüedad de la memoria. La fotografía se alimenta de la realidad pero bebe de lo imaginario. FLORE conduce al observador a utopías o, al menos, practica la realidad con una distancia poética. Casi siempre desprovistas de personajes, sus imágenes escapan a la anécdota y a la temporalidad. Todas las cosas que las predestinan a acontecer en un libro. Lo que han hecho con éxito varias veces. Así, la serie, que se expondrá en el Domino de Chaumont-sur-Loire, es la base de un libro excepcional, ganador del Premio Nadar. L’odeur de la nuit était celle du jasmin (El olor de la noche era el del jazmín) se inscribe en la continuidad de una obra anterior, Lointains souvenirs (Recuerdos lejanos), que proponía una variación en torno a la juventud indochina de Marguerite Duras. En este nuevo trabajo realizado en el marco del Premio de Fotografía Marc Ladreit de Lacharrière en colaboración con la Academia de bellas artes, FLORE se inspira en los recuerdos de su infancia, en los relatos de sus abuelos, que vivieron en la misma época y en los mismos lugares que Marguerite Duras, retazos de vida que nutren lo que siente como parte del imaginario común entre ella y la escritora. Breves extractos de textos firmados por esta última forman un contrapunto a fotografías en blanco y negro teñidas con té y enceradas.
En 2017, el crítico de arte Jean-Christian Fleury escribió: “FLORE compone un diario de viaje en el que se suceden paisajes que compiten por el agua y el polvo, vistas de interiores impregnadas de una presencia invisible, villas coloniales que no se sabe si aún están habitadas. Un mundo silencioso, lánguido y desierto, cuyo único habitante superviviente parece ser una niña vista de espaldas, mientras observa fluir el río sin límites. ¿Todo este mundo se ve a través de sus ojos? Mundo perdido, encontrado durante una revelación. Aunque el descubrimiento de Vĩnh Long marcará para siempre a Marguerite Duras, es esta epifanía la que animó la búsqueda de FLORE, una búsqueda del orden de lo impalpable, de lo inexplicable. Tenía que encontrar lo que permanecía en el aire y que había provocado la fascinación de la joven Marguerite. Viajar en el tiempo fascina a la artista que no duda en afirmar que no es una fotógrafa de viajes, sino que cada tema es un pretexto para evocar mundos anteriores. De la casa de su abuela, recuerda el sonido del gong, que llamaba a los invitados a la mesa, la escultura de Buda, que adornaba la chimenea y su angustia cuando todos estos misteriosos objetos se dispersaron. En la carencia, se construye el mito. De Vietnam, FLORE trajo un trabajo sensible, una especie de ficción de sí misma. Afirma que “la fotografía es lo esencial de mi vida, una relación con el mundo, un modo de expresión y una práctica artística. Aparte del amor, la fotografía lo es todo para mí”.
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
FLORE, artista fotógrafa franco-española, nació en 1963 y actualmente vive y trabaja en París. Cuando tenía 8 años, su padre, con quien realizó sus primeras tiradas, la inició en la fotografía. Por deseo, pero también porque su madre es una artista plástica muy completa (pintura-grabado-escultura), FLORE se decantó por la fotografía. Tenía 16 años cuando expuso por primera vez y una de sus imágenes fue portada de una revista. Después de trabajar durante 10 años para la prensa nacional, a partir de 2008 se dedicó exclusivamente a su trabajo personal. Ganadora en 2018 del Premio de Fotografía de la Academia de bellas artes Marc Ladreit de Lacharrière, realiza series de larga duración, a menudo durante viajes, que son adquiridas y expuestas en diferentes instituciones prestigiosas como el Musée du Petit Palais, la BnF, el MMP+ de Marrakech o el Mémorial de Rivesaltes. Sus series también se han presentado en numerosas exposiciones colectivas en Francia, Japón, Bélgica, Portugal, Inglaterra, Marruecos, Italia y España.
Su primera monografía Une femme française en Orient (Una mujer francesa en Oriente) fue publicada en 2014 por las ediciones Postcart. La serie cosechó un gran éxito a través de 7 exposiciones individuales especialmente en el marco del Mois de la Photo. En 2016, el libro Lointains souvenirs (Recuerdos lejanos), publicado por las Éditions Contrejour, ofrece una variación en torno a la infancia indochina de Marguerite Duras. Una vez más, suscitó el entusiasmo. Cabe destacar la participación en la Bienal de Marrakech (2016). En 2018, André Frère Éditions publicó Camp de Rivesaltes, lieu de souffrance (Campo de Rivesaltes, lugar de sufrimiento). En 2020, FLORE ganó el Premio Nadar por su libro L’odeur de la nuit était celle du jasmin (El olor de la noche era el del jazmín) de las ediciones Maison CF. Esta serie, ganadora del Premio de la Academia de bellas artes, se expuso en el Palais de l’Institut de France el mismo año. Paralelamente a su actividad artística, FLORE es una reconocida pedagoga que imparte talleres regularmente.
FLORE está representada por la Galerie Clémentine de la Féronnière/París (Francia), Galerie 127/Marrakech (Marruecos), Blanca Berlin/Madrid, (España) Alessia Paladini/Milán (Italia), Esther Woerdehoff/Ginebra (Suiza) y Wada-Garou/Tokio (Japón).