I. Davide Quayola
“Jardins d'été”
En agosto de 2016, Davide Quayola pasó unos diez días en Chaumont-sur-Loire que le permitieron filmar y grabar la magia de los macizos de dalias, salvias y delphiniums del Parque Histórico y de los Prados de Goualoup. De esta estancia ha nacido un trabajo titulado Jardins d’Été que nos sumerge en un fascinante universo “impresionista” a través de las tecnologías digitales.
Jardins d’Été de Quayola rinde un homenaje a la tradición del Impresionismo francés y a las obras de la última etapa de Claude Monet. La segunda repetición de esta serie de obras de arte investiga las maneras en las que la naturaleza se observa, estudia y sintetiza, convirtiéndose así en punto de partida hacia la abstracción.
Quayola recreó unas condiciones similares a las de los lienzos de paisajes impresionistas clásicos, aunque para ello necesitó una amplia maquinaria tecnológica a fin de captar los sensibles matices de la realidad más allá de nuestros sentidos. Aquí los paisajes naturales se observan y analizan a través del ojo de la máquina y se redefinen a través de nuevos modos de síntesis visual.
Jardins d’Été se compone de una serie de lienzos en vídeo digital 4K inspirados por los jardines de Château de Chaumont-sur-Loire. Se procedió a filmar una amplia gama de composiciones florales manipuladas por vientos intensos, durante la noche y en alta definición. Quayola editó los vídeos obtenidos mediante un análisis informático complejo de los esquemas de movimiento, composición y color, que se convirtieron en la base para nuevos lienzos creados a partir de algoritmos.
JARDINS D’ÉTÉ
FANTASMAS DE RECUERDOS COLECTIVOS
"Solemos asumir que la belleza no es una preocupación de los artistas contemporáneos. No solo que el objetivo de los artistas actuales no sea alcanzar la belleza, sino que han dejado de creer en la belleza como categoría estética. Para sus obras anteriores, Quayola siempre había elegido temas representativos de los cánones de belleza occidentales y visualmente fascinantes, pero nunca tan bellos como los fragmentos de jardín de esta nueva obra. Escribo esto no para ofrecer un juicio personal, sino para atraer la atención hacia esta calidad misteriosa y para mostrar su vinculación con nuestro recuerdo colectivo.
"Jardins d’Été" se compone de una serie de vídeos de plantas en flor, agitadas por un viento suave. Al cabo de unos minutos, estas plantas emergen de una oscuridad desdibujada para regresar a su forma natural filmada en el metraje original. La forma en la que vuelven a hacerse visibles, como si regresaran de una oscuridad intangible, evoca un movimiento de baile: de manera gradual, unas saltarinas pinceladas de tonos rosas, azules y verdes arañan la materia que las mantenía recluidas. Es como si las propias plantas exigieran visibilidad, impulsadas por una especie de instinto natural. Este entorno de plantas es la mejor manera de describir el tipo de belleza que tengo en mente.
¿Cuál es la sustancia de esta materia oscura? No lo sabemos, pero presentimos que las flores han debido difuminarse hasta perderse completamente de vista, hasta que su impresión quedaba firmemente almacenada en nuestra memoria colectiva. En 2016, cuando se rodó el metraje, hubiera resultado difícil pensar en un movimiento artístico que hubiera quedado tan grabado en la cultura visual contemporánea y que no fuera el Impresionismo. De hecho, la inspiración explícita de Quayola para esta obra fue la última etapa pictórica de Claude Monet, los Nenúfares permanentemente expuestos en París desde el año 1927. Estos lienzos monumentales combinan todo lo esencial en el espacio de la imagen, incluyendo flores, agua, rayos de sol, ondas en el agua, reflejos y las profundidades del espacio. En este sentido, la narrativa de Jardins d’Été deconstruye, en esencia, el proceso de Monet, que muchos han descrito como una tensión hacia la abstracción. Los historiadores del arte moderno describieron esta tensión como la amorfidad del Impresionismo y, sin embargo, decir que los Nenúfares de Monet no tienen forma sería no entender nada.
La recreación que Quayola hace de Monet es un recordatorio de que las formas de la naturaleza no se habían desvanecido... de hecho, ponerlas a un lado no es lo mismo que desaparecer de forma absoluta.
La tensión hacia la abstracción depende del tratamiento de la luz. En términos generales, se dice que Monet trabajaba principalmente durante el día, para registrar la más ligera variación en la luz sobre el tema de ese momento. No obstante, los historiadores han debatido sobre sus cuadros asumiendo que se trata de series, al igual que un vídeo forma parte de una secuencia. Sin embargo, los Nenúfares expuestos en L'Orangerie no constituyen una secuencia como tal, ambos capturan un momento y muestran las diferentes zonas de un lugar coherente.
Y lo que es más importante, los cuadros poseen una base oscura y están enmarcados por extensas zonas negras, con la excepción del primero de la secuencia, donde los amarillos y naranjas brillantes parecen reflejar el repentino paso de un rayo de sol. La paleta de Monet, compuesta por azules, verdes, marrones y violetas, crea la impresión de contemplar una superficie de agua que refleja el cielo y, al mismo tiempo, revela la profundidad del estanque. Por eso resulta tan lógico que los jardines de Quayola se hayan filmado de noche. Por medio de esta estratagema, retienen los colores del festín estival, pero se filman en el aire frío de la noche, con ayuda de un foco gigante que aumenta el efecto de pérdida y recuperación, al permitirnos ver de nuevo. La sustancia oscura del vídeo de Quayola sugiere, en última instancia, que la materia oscura que forma la base de las pinturas de Monet es una metáfora de la memoria.
Una vez que vemos esta relación metafórica, nos damos cuenta de que, para Monet, quizá, su jardín encarnaba el sentido de nostalgia de un mundo que él intentaba reproducir en cuadros. La expresión que Monet utilizaba en su diario para describir su arte era 'saisir la nature' (captar la naturaleza), donde la elección del verbo traiciona la preocupación del artista por el movimiento.
De hecho, en su búsqueda de la captura de la naturaleza en sí misma, el movimiento inherente a la naturaleza se convierte en un reto, el fenómeno que no se puede reproducir como tal.
Los medios ofrecidos por la evolución del cine y la visión informatizada actual han permitido a Quayola incorporar estos movimientos en formas que Monet jamás hubiera podido imaginar. La única similitud entre estas experiencias de inmersión radica en el hecho de que ambas admiten dos tipos de movimiento al mismo tiempo: el de la naturaleza y el de nuestros propios cuerpos. Contrariamente a lo que ocurre con las experiencias de inmersión actuales, que suelen orientarse hacia un entorno de control total e imitan la experiencia pasiva del cine o de la televisión, ambos artistas renuncian al control total. La obra de Quayola retiene esa cualidad vaga que caracterizó a los Nenúfares de Monet, esa libertad de movimiento que se perseguía en el diseño de L'Orangerie. La arquitectura creada por Monet con Camille Lefèvre está llena de luz natural y las paredes están pintadas de blanco. Del mismo modo, la obra de Quayola es una invitación a enfocar lentamente las cosas a través de la luz y el movimiento. Es un mero acto de revelación, no de todo lo esencial, sino de lo que ya estaba presente.
Pero Quayola ha tenido la posibilidad de entregar parte de la obra a la visión de la máquina. Y el sonido inorgánico que acompaña a los vídeos, así como la ausencia de la particular fragancia de las plantas húmedas durante la noche, aumentan el efecto de memoria pero nos recuerdan que solo en plena naturaleza podemos experimentar todo lo esencial. Como en un sueño, donde la percepción se produce fundamentalmente en la forma de estímulos visuales y la visión se convierte en puerta de entrada hacia el resto de sentidos, temporalmente atenuados, así movilizan nuestros recuerdos las plantas en los vídeos de Quayola. Sin embargo, esto no significa que Jardins d’Été solo gira en torno al Impresionismo o a plantas o flores reales. Es mucho más que eso: asocia el fluir de la naturaleza y el vídeo con los movimientos de la memoria". Camilla Pietrabissa
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Davide QUAYOLA
ITALIA
Reconocido por sus instalaciones vídeo enigmáticas, Quayola realiza espacios híbridos con sus esculturas y cuadros animados. Mezclando las performances audiovisuales, el dibujo, la fotografía y la utilización de softwares, explora la delgada frontera entre lo real y lo artificial.
Gracias a encargos especiales de instituciones públicas, ha podido acceder de forma excepcional al arte y a la arquitectura de varias iglesias, teatros y museos de Europa, como Notre-Dame y el Vaticano. En su trabajo, transforma obras maestras y colecciones en lienzos en estado bruto. Quayola sostiene la exploración en forma de vídeo en un diálogo sobre los archivos, el collage, la propiedad intelectual y la apreciación de un objeto. En el marco del Google Art Project, que ofrece un acceso sin precedentes a la superficie de los cuadros, Quayola interpreta el tiempo que pasamos contemplando el arte como un artefacto plástico que se puede esculpir y colgar. Cuando contemplamos un cuadro es cuando aparece su lógica, como si caváramos bajo la imagen para sacarla a la luz.
Las primeras exposiciones individuales de Quayola tuvieron lugar en la bitforms gallery, en mayo de 2012, en Nueva York, y en la Young Projects Gallery, en marzo de 2012, en Los Ángeles. Sus obras también se han expuesto en el marco de la 54ª Bienal de Venecia, el Italian Cultural Institute, en Londres, y en exposiciones en el Victoria & Albert Museum, en Londres; el British Film Institute, en Londres; la Gaîté Lirique, en París; el Palais de Tokyo, en París; la Trienal, en Milán; la Park Ave Armory, en Nueva York; el Palais des beaux-arts, en Lille; el Museo nacional de arte de Cataluña, en Barcelona; el Museo de arte de Seúl; el UCCA, en Pekín; el Grand Théâtre, en Burdeos; la iglesia Saint-Eustache, en París; el Centro Cultural Recoleta, en Buenos Aires; el Museu da Imagem e do Som, en São Paulo, así como en el marco de festivales como Sonar, en Barcelona; STRP, en Eindoven; Cimatics, en Bruselas; Onedotzero, en Londres; Elektra, en Montreal; y en el Festival internacional del cortometraje de Clermont-Ferrand, entre otros.
Quayola participa regularmente en proyectos musicales. Ha trabajado con compositores, orquestas y músicos, como el Ensemble InterContemporain, Vanessa Wagner, Mira Calix, Plaid, Matthias Kispert y la Orquesta nacional de Burdeos-Aquitania.
En 2005, obtuvo un grado de artes en la universidad de artes de Londres.