08. Abdul Rahman Katanani
"Renaissance"
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Abdul Rahman Katanani utiliza alambre de púas, chapa ondulada, trozos de madera y bidones de gasolina reciclados. Materiales reciclados que, en realidad, son para el artista palestino materiales «domésticos»: Katanani nació y creció en el campamento de refugiados de Sabra, en el Líbano, en una comunidad de apátridas.
A los quince años, se dedicó a la caricatura y empezó a darse a conocer con sus dibujos satíricos, en ellos denunciaba la corrupción y el desvío de los subsidios de las Naciones Unidas, fenómenos endémicos de la vida del campo de refugiados. Admitido en la Escuela de Bellas Artes de Beirut, Katani desarrolló un vocabulario plástico tomado de su vida diaria, sentando las bases de una obra compleja, en la que los materiales y los objetos reutilizados evocan, de un modo a veces literal, a veces simbólico o evocador, una experiencia individual y colectiva.
Entre sus trabajos más famosos figuran las olas monumentales realizadas con alambradas de espino trenzada a mano, las siluetas de niños realizadas con chapa cortada, los olivos en los que el alambre de espino representa un ramaje retorcido y resplandeciente. Y también instalaciones de gran envergadura, como Camp, evocación simbólica de un campo de refugiados, que presentó en 2017 en la galería Danysz. Siempre con una inclinación por una estética sofisticada, a cuyo respecto afirma el artista que ante todo se trata de «un modo de atraer las miradas», es decir, una invitación al descubrimiento y al debate.
El uso de materiales reciclados o incluso los temas abordados por el artista no deberían ser considerados como la expresión de un determinismo insuperable, que le convertiría irrevocablemente en un refugiado asignado a su condición, sino más bien como el punto de partida de un camino intelectual. La práctica artística para Katanani es un fuego emancipador, que transforma la experiencia vivida en una rejilla de interpretación del mundo, en una odisea personal y en una aventura relacional que implica al espectador.
Las nociones de proceso, desplazamiento y de movimiento que subyacen en el fondo son centrales en todo lo que hace el artista, para quien todo es una concepción dinámica. Con frecuencia, sus obras retoman el motivo de la espiral, del torbellino o del tornado, como alegorías del «maelström» político-religioso, que desde hace tantos años golpea Oriente Medio. «Para mí la causa palestina no es un círculo cerrado, sino más bien un tornado, que se lleva consigo las alegrías, los sueños, la energía y la gente, y que se aleja girando hacia lo desconocido», dice el artista.
Por lo tanto, el peligro radica en permanecer estático, es decir, estar aprisionado en unas determinadas condiciones existenciales pero, sobre todo, en las propias paredes interiores. Para Katanani, el proceso artístico debe entenderse como una trayectoria dirigida hacia un horizonte liberador y el alambre de espino como una barrera mental. «He sido criado en la conciencia de la ocupación de Palestina y de la frontera que se ha trazado. Más tarde, me di cuenta de que todos nosotros tenemos fronteras y ocupaciones mucho más efectivas», prosigue diciendo.
REFERENCIAS BIOGRÁFICAS
Abdul Rahman Katanani nació en 1983 en el campamento de refugiados de Sabra, en el Líbano. Tiene un Máster de la Escuela de Bellas Artes de Beirut.
En 2009, recibió el premio Young Artists en el Salón de Otoño organizado por el Museo Sursock de Beirut. Su trabajo ha sido presentado en numerosas instituciones de todo el mundo, como la Bienal de Abu Dhabi, el Royal College de Londres, la Ciudad Internacional de las Artes y el Instituto del Mundo Árabe de París.
Sus obras están presentes en colecciones públicas (Mathaf, Doha) y privadas. Vive entre París y Beirut.