En mitad del sotobosque, una especie de serpiente emerge de un tocón de árbol. Esta serpentea entre los árboles de los alrededores y termina su viaje hundiéndose con un salto final en el suelo. Se trata de un recorrido que evoca el camino del árbol, que nace de la tierra y regresa a ella.
Para realizar sus instalaciones, Bob Verschueren recolecta, cosecha, selecciona y trasplanta elementos vegetales y minerales, que recoge en el espacio que le rodea.
El artista trabaja exclusivamente lo vegetal y crea instalaciones in situ, que tienen en cuenta la historia del lugar y la arquitectura que las acoge. La naturaleza frágil y perecedera de los materiales que utiliza le supone una negociación permanente con la naturaleza. «Estas son las propiedades de los materiales, que generan la forma en un proceso experimental no carente de riesgo, ya que la planta impone a veces al artista la realización de profundos cambios frente a su proyecto original».
La naturaleza, su fuente inagotable de inspiración, le permite trabajar con un método adaptado a su gusto: «Necesito un grado de incertidumbre, la oportunidad de ser sorprendido. Trabajar con elementos de la naturaleza excluye el riesgo de tenerlo todo bajo control, de aburrirse».
Su trabajo se basa en la noción de lo efímero, ya que se interesa ante todo en la transformación y la degradación de la vida vegetal. De hecho, sus obras son frágiles y no están diseñadas para durar, sino para vivir el momento de la exposición antes de desaparecer. Así pues, esta característica es un rasgo constante de su trabajo que provoca una interacción con el espectador, ya que le hace una señal para que observe bien con el fin de recordar: «Un barrido como / un soplo de viento. / Todo desaparece / para siempre / pero perdura en nuestras memorias». Así explica el vínculo que tienen sus obras con el tiempo y la mortalidad.
Además, sus obras son tan solo una huella en nuestra memoria y Bob Verschueren no les confiere ninguna denominación específica. Se contenta con agrupar sus diferentes formas de comprender la naturaleza en su trabajo.
Autor de numerosas instalaciones vegetales, Bob Verschueren utiliza los elementos de la naturaleza como medio de expresión. A partir de elementos vegetales procedentes del Domaine de Chaumont-sur-Loire, el artista transforma los árboles y las ramas en esculturas espectaculares, que evocan tanto el esplendor como la decadencia de las cosas.
«Mis instalaciones no contienen mensajes. Mis obras evocan más bien mis interrogantes sobre la relación antinómica entre la vida y la muerte, la creación y la destrucción, sobre el lugar que el hombre ocupa en la naturaleza humana y las relaciones entre la ética y la estética. También tratan de cambiar nuestra visión de los desechos y nos hacen reflexionar sobre los problemas que resultan de los mismos.
Cada instalación es una metáfora y no un símbolo. No deseo encapsular mis instalaciones en lecturas obligadas y unívocas. Prefiero mantenerlas abiertas a la lectura de cada uno, según su propia sensibilidad, su propio conocimiento. Trato de conseguir que mis instalaciones tengan un carácter cronológico. Cuando una instalación va en consonancia con el lugar que lo acoge, se erige como una evidencia, estableciendo una tensión entre lo intemporal de la propuesta y su carácter efímero.
Para mí, la naturaleza efímera de un trabajo influye en la forma en la que la vemos. Creo que cada visitante de una exposición es el portador de su memoria. La fotografía de una instalación no es la finalidad del trabajo, sino más bien una parte de su memoria.
En la mayoría de los casos, los materiales utilizados pertenecen a la categoría de desecho. El paso del estado de «naturaleza» al de «basura» constituye uno de los temas centrales de mis reflexiones.
Considero todo el trabajo como una especie de viaje iniciático, en el que la naturaleza me da auténticas lecciones de filosofía, lecciones de vida». Bob Verschueren